Autor: Alejandro González
LinkedInBurnout: Enemigo de la productividad
En los últimos años, en todo el mundo se ha estado esparciendo una epidemia silenciosa para la cual pocos están preparados. Y aunque no es nueva y ha crecido gradualmente, es la baja percepción de riesgo que tienen algunos líderes al respecto o la falta de conciencia sobre las causas y su contribución en la misma. Y sí, estoy hablando del Burnout.
En mi experiencia como consultor han sido pocos los líderes que, preocupados por el bienestar de sus colaboradores, consideran el burnout como un riesgo estratégico para sus negocios.
Y es que lo es, y más cuando esto es sistemático. Según Benjamín Goss de la revista Medium el 62% de los colaboradores reportan experimentar algún grado de Burnout y esta es una cifra alarmante.
Incluso, la Organización Mundial de la Salud ha clasificado el Burnout como un padecimiento médico, incluyéndolo en la Clasificación Internacional de Enfermedades que tienen relación con actividades laborales como un “Síndrome conceptualizado como el resultado de un estrés laboral crónico que no ha sido exitosamente atendido”. El burnout es identificado a partir de 4 síntomas principales:
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1. Sentimientos de agotamiento, cansancio y fatiga
Sobre esto hay que ser muy claro: no toda sensación da cansancio se va con dormir bien o tomarse un día. A veces, cuando la voluntad de una persona es el trabajar y darlo todo, pero en el fondo no deja de sentir esa sensación de cansancio o de que puede dar más, pero por alguna razón no lo logra puede generar frustración.
Es una señal de alarma cuando tienes estás sensaciones y no encuentras una razón sencilla a ello, pero, sobre todo, como líder, debes entender que aún no es una cuestión de “ganas” porque la voluntad y disciplina de levantarse a trabajar y darlo todo puede estar, aunque en el fondo ahí siga, esa sensación de que lo que haces es más a fuerza que por ganas.
El problema es cuando esto es sistemático, es decir cuando es común que tus colaboradores entren con toda la actitud a trabajar a tu empresa, pero después de unos meses, semanas o inclusive días ya los ves con una actitud de cansancio o falta de motivación. Este puede ser un síntoma de que no son ellos, y que tu empresa sistemáticamente los vuelve así.
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2. Abstracción mental del trabajo
La versión más común de esto es cuando tus colaboradores están trabajando, pero tienen su mente puesta en esa solicitud de trabajo que enviaron a otra empresa, en unas vacaciones que no les han sido aprobadas, o tratando de dar sentido al porque hacen lo que hacen.
Este síntoma está muy relacionado con lo que conocemos como renuncia silenciosa, es decir el colaborador está, pero realmente ya no está. Simplemente está haciendo el mínimo requerido por la empresa para mantener su trabajo, probablemente en lo que llega una mejor oportunidad. Es decir, ya no busca destacar o sobresalir ni ve ningún sentido obtener resultados que van más allá de lo que se espera de él.
Y esto es preocupante si aceptamos el hecho de que la rentabilidad de las empresas depende en gran medida de la plusvalía del trabajo de las personas, pero sí este valor agregado se reduce al mínimo como para solo justificar el sueldo, entonces tendremos un serio problema de rentabilidad.
El gran problema, como en el anterior, es cuando no solo es un colaborador, sino que son varios. Y lo peor es que, cómo líder, es bien difícil darse cuenta cuando la mayoría de las veces nuestra gente nos recibirá con una sonrisa fingiendo que todo está bien, y más cuando nos la pasamos responsabilizando a la gente de no ponerse la camiseta.
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3. Sentimientos de negativismo acerca del trabajo
Este cada uno lo experimenta diferente, el ya no encontrar valor en lo que se hace, ni sentido ni gusto, pero si se es profesional tener que darlo todo para obtener mejores resultados. No obstante, aunque la voluntad choque con lo que sentimos, de una u otra forma expresaremos lo que sentimos en lo que hacemos.
Y esto es evidente en los ambientes laborales cuando el asunto es organizacional. Una de las primeras evaluaciones que hago para diagnosticar una empresa es recorrer sus pasillos, hablar con la gente, observar cómo interactúan y en ellos te das cuenta de algunas cosas que te permiten luego validar con algún instrumento de medición más preciso.
Uno de esos indicadores cualitativos es el lenguaje y la connotación con la que habla la gente en la empresa. Cuando de pronto vez que esos chistecillos sarcásticos, irónicos o negativos que la gente hace sobre su trabajo o la empresa son un común denominador entonces ya hay una señal de alarma.
Cuando alguien no disfruta lo que hace se nota, en el lenguaje no verbal, en los temas de conversación, en la actitud y por lo tanto en la productividad de la empresa. Y cuando esto es estructural se nota más. Lo peor es que nadie va a disfrutarlo si se le exige que lo haga.
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4. Reducción en la productividad
Este síntoma es una de las consecuencias del burnout que más afecta a las empresas. Si tomamos en cuenta que lo mencionado antes son síntomas, es decir la consecuencia de un padecimiento, entonces la señal es clara.
Cuando ese motor llamado estructura organizacional no está dando aquello de lo que sabes que es capaz entonces habrá que echar un vistazo en el bienestar de nuestros colaboradores.
Pero, cómo he dicho en otros artículos, la productividad no depende del 100% de la voluntad de los colaboradores. Porque es muy frustrante tener la voluntad, pero no tener la motivación ni las fuerzas para hacer algo.
Y esto depende en gran medida de nuestro sistema organizacional y que tan estructurado y habilitado lo tenemos para que nuestra gente de ese 100 que queremos.
No obstante, existen otros síntomas y estos se van a manifestar de forma diferente en las personas. Estrés, depresión, ansiedad, ira, etc. E insisto, cuando esto ya es un común denominador en la empresa entonces hay que echar un vistazo en nuestra estructura organizacional y principalmente en nuestro sistema de liderazgo.
Aunque hayamos explorado un poco algunos de los síntomas del burnout, aunque no todos, estar satisfecho con poder detectarlos es insuficiente si no comprendemos y atendemos la causante de dichos síntomas.
Está bien, debemos aceptar que en ocasiones sí hay factores individuales que provocan el burnout y tienen que ver con las expectativas de las personas hacia con la empresa, o con las suyas propias. Obviamente una persona que busca un rápido crecimiento se va a ver topada en una empresa cuya estructura organizacional cambie poco.
Pero por eso son importantes los correctos procesos de selección de personal, para asegurarse que los nuevos colaboradores tengan el perfil adecuado para nuestra cultura organizacional ideal, pero si de pronto, cómo líderes vemos que nuestro personal puede dar más pero no lo hace, entonces hay que mirarnos a nosotros y nuestro sistema organizacional. Y para esto es necesaria autocritica o confiar en una persona que sea capaz de vernos desde afuera.