Autor: Alejandro González
LinkedIn¿Tu empresa es aburrida?
Pensar que el aburrimiento es igual a no hacer nada es un error. Obviamente uno se aburre cuando no tiene nada que hacer, pero es muy común observar en las empresas a colaboradores aburridos y que al mismo tiempo se la pasan trabajando. Pero ¿Cómo es esto?
Cuando definimos el aburrimiento a partir de la definición que nos ofrece la RAE como “Cansancio del ánimo originado por falta de estímulo o distracción, o por molestia reiterada” nos encontramos que la definición puede abarcar una serie de actividades a las que nos enfrentamos día a día.
Efectivamente, uno se puede aburrir de su trabajo cuando este no le provoca estímulos positivos como el sentido de logro, reconocimiento o cualquiera que se encuentre en la pirámide de Maslow.
Puede que el concepto de aburrimiento ha sido romantizado por quien no quiera trabajar. A menudo hay publicaciones hablando de como un trabajo perfecto es aquel en el que te pagan por no hacer nada, pero es que realmente el no hacer nada es consecuencia del aburrimiento y no viceversa. Entonces esto no es correcto.
Cuando una persona domina a la perfección sus quehaceres diarios o estos no suponen ningún tipo de reto o la recompensa por lograrlos no es proporcional en términos negativos a lo que se hizo, es probable que los colaboradores experimenten aburrimiento y en este caso habrá dos escenarios; la resignación o la búsqueda de esos estímulos positivos.
Lo primero nos hará tener colaboradores autómatas que harán lo mínimo indispensable para cumplir con su trabajo y poco capacitados si en algún momento se les cambia de posición o hay alguna crisis que exija a todos salir de su zona de confort; lo segundo nos hará tener a colaboradores que buscarán nuevas oportunidades si éstas no existen en nuestra empresa, pero también se limitaran a hacer lo mínimo indispensable mientras lo hacen.
Una empresa que busca productividad no puede permitirse eso, en ninguna circunstancia. Una empresa que persigue la productividad siempre va a buscar una plusvalía en el trabajo de sus colaboradores, una plusvalía que es producto directo de la productividad, el hacer más con menos. Entonces hacer lo mínimo indispensable significa una productividad baja y una rentabilidad mínima o negativa.
Ahora, para combatir el aburrimiento se suele optar por opciones erradas la mayoría de las veces. Empecemos con el trabajo de relleno, sí ese trabajo que es producto de la ocurrencia de un jefe para tener entretenido a su colaborador, pero que el colaborador, aunque no lo diga, sabrá que lo que está haciendo no contribuye en nada a su departamento ni a la empresa y hacer algo que sabes que no sirve para nada no solo te va a aburrir más, sino que te hará sentir menos útil y valorado, es decir estamos echando leña al fuego de la baja productividad, pues el día de mañana el colaborador ya no va a diferenciar entre lo que contribuye o no en lo que hace.
Entonces llenar de actividades de forma artificial para mantener entretenido a un colaborador aburrido es un error.
Luego está la opción de emplear a nuestros colaboradores en puestos o actividades que no les corresponde a aquellos para los que fueron contratados. Bueno esto puede generar una sensación de que están haciendo algo por lo cual no les están pagando y que aquellos por lo que les están pagando es prescindible.
Esta sensación puede traducirse en una alarma de que en cualquier momento ya no van a ser requeridos en la empresa y por consecuencia buscarán anticiparse explorando el mercado laboral para encontrar nuevas oportunidades.
Un factor que contribuye al aburrimiento es que no aprovechemos el potencial de nuestros colaboradores. Involucrarlos en retos, dentro de su esfera de actividades y perfil de puesto, que enfrenten a nuestros colaboradores a aprender, a pensar a sentirse valorados por pueden resolver alguna necesidad es una forma de darle mayor valor a lo que hacemos y romper con la monotonía, pero sobre todo de aprovechar nuestro talento al máximo.
Muy bien todos tenemos que hacer trabajo de rutina, pero si a este le intercalamos nuevos retos nuestra visión general acerca de nuestro trabajo cambia.
En este sentido podemos identificar al aburrimiento, no como una consecuencia de la falta de trabajo, sino como una consecuencia de la falta de motivación y la falta de motivación siempre inhibirá la creatividad, proactividad, innovación y por su puesto la productividad.
Entonces puede que estemos ante una empresa aburrida si, aun cuando todo el tiempo se esté trabajando, no haya motivación no haya un estímulo positivo por lo que uno hace, no haya algo que haga decir a nuestros colaboradores “me gusta lo que hago”.
Nos gusta asumir que por verlos de acá para allá se sienten motivados y comprometidos, pero puede que en su mente solo estén pensando en buscar otro trabajo o que llegue el fin de semana.
Para acabar con el aburrimiento primero hay que detectarlo y no, insisto, no solamente es que alguien no tenga nada que hacer, es que alguien haga algo sin que esto lo estimule, lo haga sentir útil ni le represente un reto.
Una forma de detectarlo es con una evaluación organizacional, incluso el cuestionario de la NOM-035 tiene algunos indicadores que nos ayudan a saber si en nuestra empresa la gente está aburrida o le falta motivación.
La Flexibilidad laboral es una buena herramienta para combatir el aburrimiento y no es igual a hacer lo que uno quiera, se refiere más a hacerlo como uno sabe hacerlo mejor. El dejar que nuestros colaboradores hagan las cosas dejando a ellos el “cómo” ayuda mucho a que sientan que confiamos en ellos y les da esa libertad para poder hacerlo mejor, esto es muy común en los trabajos administrativos, comerciales o creativos. Desgraciadamente hay trabajos que cuentan con procesos que exigen su cumplimiento y el de los estándares establecidos.
Otro mecanismo para combatir el aburrimiento es que los colaboradores sepan cómo su trabajo contribuye a algo más grande, al objetivo de la empresa. El ver con otros ojos lo que hacemos y como esto es fundamental para otras áreas o inclusive para tomar decisiones hace que revaloricemos nuestro día a día.
Muchas veces perdemos interés en lo que hacemos porque simplemente pensamos que eso no tiene importancia o no contribuye a nada.
Pero, además de lo mencionado, es el liderazgo fundamental para que cualquiera que desempeñe un trabajo se sienta motivado, tenga identidad pro el grupo al que pertenece y se el pase agradable mientras desempeña sus funciones.
Si además de esto nuestro entorno organizacional es favorable nos va a ayudar a que las personas sientan tranquilidad a la hora de hacer su trabajo, se sientan en confianza y parte de algo más grande.
Cuando hay motivación entonces hay un gran abanico de oportunidades hacia la productividad, el compromiso y el bienestar laboral.