Autor: Alejandro González
LinkedInResponsabilidad social y entorno organizacional
El término “Responsabilidad Social” ha acaparado, en muchas ocasiones, la agenda a la hora de hacer negocios y hablar de organizaciones. AL menos en las últimas dos décadas. Es decir que las empresas mientras tengan un impacto en su entorno social inherentemente tendrán que poner sobre la mesa la forma en que gestionan dicho impacto es decir de su responsabilidad social.
Pero al mismo tiempo las empresas siguen siendo sistemas humanos en dónde el entorno organizacional las define en gran medida lo que significa que su impacto va a estar terminado también por personas.
Los motivos por los cuales una empresa puede adoptar programas de responsabilidad social pueden ser tanto instrumentales como éticos, claro, hablando de una intención voluntaria, porque también es cada vez más común ver legislaciones que obligan a las empresas a plantearse este asunto.
Por un lado, los motivos instrumentales tienen que ver más con garantizar la continuidad de la empresa o como producto de estrategias necesarias para lograr sus objetivos y, por otro lado, los motivos éticos tienen que ver más consciencia social que pueden tener los dueños, accionistas o directivos.
¿Cuál es mejor que la otra? La verdad no me gustaría moralizar que es lo que impulsa a las empresas a adoptar programas de responsabilidad social, prefiero celebrar que lo hagan y sobre todo que lo hagan bien.
Pero definamos que entendemos por Responsabilidad Social Corporativa (RSC). De acuerdo con la Comisión de la Unión Europea (2002) la Responsabilidad Social Corporativa es un concepto dónde las compañías integran asuntos sociales y medioambientales en sus operaciones de negocios y en sus interrelaciones con los stakeholders.
La definición anterior expande el interés de las empresas a la sociedad y el medioambiente, pero, sobre todo, reconoce a los stakeholders como agentes preponderantes para la responsabilidad social.
Para otros organismos como el Centro Mexicano para la Filantropía la Responsabilidad social es aquel compromiso congruente que tienen las empresas interna y externamente de cumplir con las expectativas “económicas, sociales y ambientales” contribuyendo al bien común (CEMEFI, 2018).
La definición del CEMEFI refiere a los valores morales y hace referencia a la congruencia que debe tener la empresa con lo que pretende hacer. Es decir que los elementos que componen a la empresa deben estar alineados al impacto que quiere lograr en lo social. De lo contrario la incongruencia puede suponer distintos conflictos de interés.
Para explicarlo mejor, va a ser difícil que una empresa pretenda disminuir sus contaminantes si en su cultura organizacional las personas no son conscientes de ello y al mismo tiempo cada uno no copera en lo individual para lograrlo.
Una empresa socialmente responsable se va a caracterizar, en primera instancia, por una cultura organizacional socialmente responsable, pues aun teniendo políticas escritas y contribuyendo económicamente con programas de responsabilidad social, si a nivel cultural la organización de la empresa no esté en sintonía, difícilmente la empresa puede considerarse socialmente responsable aun con los certificados que tengan.
Pero ¿que hace que un entorno organizacional sea socialmente responsable?
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Valores
El que una empresa tenga valores y los formalice es necesario para contar con un entorno organizacional socialmente responsable. Claro, siempre existirán valores, pero es importante que estos se promuevan sistemáticamente y se formalicen ¿Cómo? Bueno desde plasmarlos en los documentos de identidad, hasta promoverlos con el ejemplo per medio de los líderes pueden formalizarse.
Pero hay que tener cuidado que estos no queden en palabras vacías, sino que realmente se permeen en la identidad y el quehacer diario de nuestros colaboradores.
Si como empresa vamos a adoptar un esquema de responsabilidad social, añadamos los valores con los que queremos tener impacto positivo en la sociedad a nuestra cultura organizacional: El respeto al medio ambiente, el trato digno a clientes y proveedores, una cultura del reciclaje, mayor inclusión y no discriminación, etc.
Pero asegurémonos que todos los practiquen, promovámoslos y hagamos campañas dentro y fuera de la empresa.
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Políticas
Además de contar con valores establezcamos directrices y marcos con los cuales guiarnos en nuestro actuar diario, ya sea en nuestra interacción con los colaboradores, pares o líderes, o en la manera en que trabajamos, pero es importante establecer faros que nos guíen y formalizarnos para institucionalizarlos.
La existencia de políticas nos va a ayudar mucho a esto, establecer políticas de no discriminación, de un trato digno y honesto a nuestros stakeholders son prácticas de responsabilidad social, el tener una política de disminución de residuos dentro de la empresa o de respeto es muy importante.
Pero recordemos que al final es más importante que promovamos el cumplimiento de estas políticas en el día a día y que estas, como los valores, no se queden en el librero o colgadas en la pared mientras en nuestra organización poca conciencia haya del impacto que tenemos en la sociedad.
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Conciencia
Nos referimos aquí a que tan conscientes son las personas de nuestra organización del impacto que su trabajo tiene en los demás, interna y externamente, y es que ubicarnos como parte de algo más grande nos ayuda a ver nuestro día a día de forma diferente.
Hacer campañas de información o hablar de ese impacto en nuestras capacitaciones ayudará mucho, el poder recordar de alguna forma en nuestras juntas de trabajo de qué forma contribuimos al mundo nos ayuda a pensar en qué podemos hacer para que ese impacto sea más positivo. Esto claro acompañado con los valores y las políticas de las que ya se habló.
Hay muchas alternativas para hacer conciencia en nuestras empresas sin que esto suponga un gran gasto, hay fundaciones, organismos gubernamentales y no gubernamentales que ofrecen estos servicios de forma gratuita; capacitaciones, conferencias, campañas, etc.
Aprovechémoslas y generemos sinergia. Quien sabe, tal vez después nos toque a nosotros como empresa hacer conciencia en otras.
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Derechos
Una empresa que empieza por respetar los derechos de sus colaboradores y que se preocupa por ello definitivamente ya está del otro lado a la hora de asumirse como socialmente responsable.
Definitivamente una empresa, por mucho que promueva la responsabilidad social al exterior, mediante programas, participaciones o campañas va a ser considerada por sus stakeholders como socialmente responsable si la percepción de sus colaboradores no es buena en cuanto al entorno organizacional y el respeto a sus derechos.
Recordemos que los stakeholders más cercanos son nuestros propios colaboradores y que además estos son embajadores de nuestra empresa al exterior. Pero no nos gustaría tener embajadores que todo el tiempo estén hablando de un entorno organizacional que deja mucho que desear, o de derechos que no se respetan.
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Prácticas
Hay que procurar que no todo se quede en palabras, que nuestra organización se caracterice internamente por prácticas de responsabilidad social. Además de practicar los valores y respetar los derechos, lo cual ya es algo obligado, pensemos en cómo podemos promover más prácticas de responsabilidad social.
Por ejemplo, en una empresa en la que trabajé quitaron los botes de basura que estaban en cada una de las oficinas y cubículos de los colaboradores y colocaron en cada piso unos separadores de residuos.
Todo muy bien al principio generó inconformidad puesto que esa comodidad de tirar basura en tu bote y que alguien pasara por ella había desaparecido, pero es que también después era muy difícil separarla.
Después de una campaña las personas entendieron de la importancia de levantarse y depositar sus residuos en los separadores correspondientes o evitar generarlos. Otras empresas hacen campañas filantrópicas destinadas a ayudar propios colaboradores que pasan por una situación difícil o a personas al exterior de la empresa. Ejemplos e ideas hay una infinidad.
Ahora es importante que estas prácticas nazcan de la voluntad de nuestros colaboradores o de forma natural, aun cuando las impulsemos mediante actividades para hacer conciencia o campañas. Pero lo que sí hay que evitar es obligar coercitivamente a nuestros colaboradores a ello, porque entonces no sería genuino.
Una vez observé a una empresa de limpieza industrial y corporativa destinar esfuerzos en limpiar espacios públicos de manera gratuita, pero también observé que se convocaba a los colaboradores en tiempos no laborales y con cierta coerción para que acudieran a limpiar dichos espacios públicos. Obviamente muchos estaban inconformes porque no lo veían como un servicio sino como una obligación laboral no pagada.
Busquemos que haya prácticas en el día a día, durante el ejercicio de nuestras funciones y promovamos participaciones externas a partir de programas mediante los cuales convenzamos a nuestra gente de participar sin que esto se vea como una obligación. Créanme cuando se hace bien, voluntarios nunca faltan.
Finalmente recordemos que el hecho de procurar un entorno organizacional favorable como el que describe la NOM-035 desde que lo evaluamos y establecemos acciones para lograrlo ya es un acto de responsabilidad social.
Procurar el bienestar de nuestros colaboradores deberá siempre ser el primer paso antes de emprender afuera cualquier programa de responsabilidad social, al menos si queremos tener éxito. Habrá empresas que donen millones a la caridad o diversos programas de RSC y que tengan algún distintivo, pero más allá de las apariencias una empresa socialmente responsable empieza desde adentro.
Hoy en día es posible evaluar la cultura de responsabilidad social que impera en la empresa, saber sí existe o no y que nivel de asimilación hay. Sería muy sano que incluyamos estos módulos en nuestras encuestas de clima organizacional.